El camino de los Ángeles que conduce a la Serenidad
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¿Ha practicado yoga alguna vez? Entonces, sabe precisamente cómo se desarrolla una sesión y lo que le puede aportar concretamente. Si no conoce esta disciplina, le cuento más a continuación.
Las posturas, o asanas en sánscrito, son ejercicios que permiten alcanzar el bienestar físico y mental a través de la concentración. Toda la práctica del yoga – y más precisamente del “Hatha Yoga”-, está basada en este principio.
Las asanas permiten ganar en flexibilidad, destensar suavemente las articulaciones y mejorar el tono muscular. Pero no solo son benéficas a nivel físico, también
cambian la propia conciencia y la manera de ver su propio interior. El yoga permite crear un equilibrio entre el cuerpo y la mente. Es una práctica holística, es decir que combina los aspectos físicos (posturas) con la respiración y la meditación. Si no se tiene en cuenta esta parte espiritual, las posturas pierden en eficacia y se convierten en simples ejercicios de “gimnasia”.
Gracias a su dimensión introspectiva, el yoga permite lograr plena conciencia y armonizar el cuerpo y la mente a través de diferentes asanas. Éstas disminuyen el estrés, favorecen la relajación y la mejora de las capacidades mentales como la memoria o la concentración.
Es muy importante que escuche su cuerpo y que se concentre al máximo mientras realiza las posturas. Debe aprender a conocer sus limitaciones físicas, aceptarlas y centrar su atención en los movimientos realizados.
La respiración es indispensable en el desarrollo de las posturas. El hatha yoga ha elaborado numerosos ejercicios basados en el ritmo de las inspiraciones y espiraciones. De hecho, la respiración es “el soplo de vida”, la energía vital que circula a través de nuestro cuerpo. Sobre todo, otórguele importancia y aprenda a manejarla bien.
Existen varias posturas: algunas están principalmente dedicadas a la relajación o a la respiración, mientras otras solicitan más los músculos. Se designan por su nombre en sánscrito, pero también se puede utilizar su traducción, lo que es más simple. Por ejemplo, la “Bakasana” es la “postura de la grulla”, o el “Tadasana”, la “postura de la montaña”.
Tomemos el ejemplo de la “postura del guerrero”, accesible a los principiantes. Esta asana mejora las capacidades respiratorias, desarrolla el tórax y refuerza los músculos de las piernas.
Para realizarla, doble una rodilla hasta formar un ángulo de 90 grados -compruebe que está encima del tobillo- y extienda la otra pierna. El talón del pie frontal debe estar alineado con el arco del pie trasero. Levante los brazos encima de la cabeza y presione las palmas en posición de oración con el tronco mirando hacia adelante.
Mantenga esta postura durante algunos segundos y respire lenta y tranquilamente.
Como para todas las posturas, no hay que esforzarse por mantenerla mucho tiempo. El objetivo no es establecer un récord de duración, sino practicar teniendo plena consciencia de su cuerpo durante los esfuerzos realizados.