El camino de los Ángeles que conduce a la Serenidad
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El tercer ojo es un ojo invisible… ¡al ojo humano! Es un ojo interno que se encuentra ubicado entre las cejas. También se llama “ojo del alma” u “ojo del conocimiento“. Permite acceder a conocimientos espirituales elevados y despertar nuestras percepciones extrasensoriales. El tercer ojo está reconocido en numerosas tradiciones y lleva al conocimiento último de uno mismo y a las verdades humanas. También puede provocar la aparición de estados superiores de conciencia.
Hace varias decenas de años, las tradiciones budista e hindú popularizaron la noción de tercer ojo que es omnipresente y muy importante en las religiones orientales. Los hindúes localizan el tercer ojo en el entrecejo, exactamente al nivel del sexto chakra llamado chakra ajna o chakra del conocimiento interior. Los chakras son centros de energía invisibles que están ubicados en el cuerpo a lo largo de la columna vertebral. Permiten alcanzar un nivel de conocimiento que no tiene nada que ver con lo que se estudia durante años. Este conocimiento no se encuentra en los libros, es más bien intuitivo.
En los escritos de los Upanishads, uno de los libros sagrados de la religión hindú, se dice que el Hombre posee 10 puertas. Las primeras nueve (los ojos, las orejas, la boca, el ombligo, la nariz, el ano y la vejiga) están abiertas al mundo exterior de los sentidos. La décima puerta es invisible al ojo humano, es el tercer ojo y abre al espacio de la conciencia y a los mundos interiores.
En el hinduismo, el objetivo de vida es llegar a abrir esta décima puerta que es la más importante para nuestra evolución espiritual.
Para los budistas, este tercer ojo también es el ojo del conocimiento supremo, de ahí la piedra preciosa que se coloca en la frente de las estatuas de los Budas y de los grandes profesores del budismo para indicar que alcanzaron el Conocimiento último, o, dicho de otro modo, el Despertar o el Nirvana.
La noción de tercer ojo también está presente en el taoísmo, una antigua religión china. Los taoístas diseñaron técnicas para despertarlo.
La apertura del tercer ojo da un acceso inmediato a las enseñanzas espirituales más secretas del mundo. No hay que estudiar durante años para adquirir esta información. Basta simplemente con abrir este tercer ojo con prácticas adaptadas para acceder a conocimientos sutiles que explican todos los grandes secretos del universo.
Despertar su tercer ojo también permite ver más allá de la realidad material, tener un acceso instantáneo al pasado y al futuro, tanto al suyo como al de los demás.
El tercer ojo no sólo es una noción espiritual oriental, sino que también es una realidad en el mundo occidental. Se menciona particularmente en las corrientes espirituales occidentales como la Fraternidad Rosacruz, una organización espiritual estadounidense que fue fundada por Max Heindel (1865-1919).
El fundador de la Fraternidad Rosacruz fue la primera persona en situar el tercer ojo en el cerebro bajo forma de dos glándulas que llamó glándulas pineal y pituitaria (hipófisis). El gran filósofo francés Descartes también describía la glándula pineal como la sede principal del alma.
En numerosas otras tradiciones orientales, se dice además que es imprescindible abrir su tercer ojo para alcanzar un despertar espiritual.
En realidad, la glándula pituitaria está conocida por los médicos y los occidentales también la consideran un tercer ojo dormido. La glándula pineal está ubicada entre los dos hemisferios del cerebro.
La dimetiltriptamina (DMT), que es una sustancia psicodélica muy poderosa que actúa en el sistema nervioso humano, puede provenir directamente de la glándula pineal y provocar modificaciones de la percepción, de las sensaciones y estados de consciencia modificados que pueden llevar a alcanzar niveles de realidad diferentes de nuestro mundo material habitual muy limitado. Además, secretar DMT también puede provocar ECM (o experiencias cercanas a la muerte) en las que personas que han pasado por una muerte clínica han sobrevivido y explican haber atravesado un túnel de luz y visto a parientes difuntos, a santos o incluso a Dios.